Asambleas de Ciudadanos: La única política revolucionaria

Asambleas de Ciudadanos: La única política revolucionaria
Valerie

Valerie Brown se presenta a las elecciones a la alcaldía de Londres en mayo. Ella tiene una política: que haya una asamblea de ciudadanos londinenses legalmente vinculante sobre cómo promulgar una descarbonización de emergencia de la ciudad, junto con asambleas similares sobre otros problemas y retos críticos a los que se enfrentan los londinenses de a pie.

Se trata de una política revolucionaria porque no pretende obtener pequeñas concesiones inútiles del sistema político, sino cambiar el propio sistema. El propio sistema está corrompido, como mucha gente sabe ahora. Tiene que desaparecer si queremos que la gente vuelva a confiar en la democracia. Llevamos décadas viendo cómo la política convencional es catastróficamente incapaz de hacer frente a las dos crisis pendientes de nuestro tiempo: la de la desigualdad y la del clima. Esto se debe a que los políticos están atrapados entre el deseo de los votantes de un cambio real y el poder de veto de los intereses corporativos globalizados que no tienen ninguna intención de permitir un cambio estructural. Y siempre se ponen del lado de los intereses de los ricos y poderosos. Las consecuencias han sido desastrosas. Ha provocado una desilusión masiva con la "política", ya que la gente deja de creer que algo pueda cambiar, o se siente atraída por los delirios de seguridad que ofrecen los partidos de la derecha radical. Mientras tanto, los partidos progresistas y de izquierda convencionales siguen apoyando un sistema político que se ha mostrado incapaz de crear ni justicia social ni legislación de emergencia climática.

Si los valores humanos y solidarios que se han ido construyendo a lo largo de las últimas generaciones no van a venirse abajo en la próxima década, entonces tenemos que respirar hondo y darnos cuenta de que o revolución constitucional o derrota segura. La solución es una mejora del sistema político que permita a las asambleas de ciudadanos de a pie tomar decisiones clave sobre la dirección de nuestra sociedad.

Hay dos razones clave por las que las Asambleas de Ciudadanos serán enormemente eficaces para sacarnos del lío en el que nos encontramos:

En primer lugar, a diferencia de cualquier otro sistema de votación, las personas son seleccionadas al azar entre la población. Por primera vez en la historia, los responsables de la toma de decisiones reflejan realmente a los propios ciudadanos. El 50% serán mujeres. Se garantizará la inclusión de las minorías. La mayoría serán trabajadores corrientes de todo el país, y el 1% de los más ricos y poderosos sólo tendrá el 1% de la composición. De un plumazo se eliminará la corrupción que excluye del poder a los pobres y a los marginados. Y como las personas se eligen por azar nadie podrá interferir en quién llega al poder, por mucho dinero e influencia que tenga. Los ricos perderán el control.

En segundo lugar, estas asambleas de gente corriente tomarán decisiones sobre la base de la deliberación -escuchando a testigos y participando en prolongadas discusiones en pequeños grupos, sin influencias externas ni vetos que actúen sobre ellas. El "milagro" de este proceso es que la gente llega rápidamente a conocerse como seres humanos, no como adversarios políticos. Se escuchan y comprenden mutuamente y, a través de este proceso, llegan a soluciones basadas en la sabiduría de horas de debate. Esto contrasta con los pocos minutos, o incluso segundos, que se dedican a despotricar en las redes sociales o en los medios de comunicación controlados por las empresas. Lo que hacen estas asambleas es crear decisiones basadas en el debate razonado de personas sin otra agenda que el bien común. Y los ejemplos de los últimos 20 años demuestran que toman decisiones que tienen sentido.

El sentido común y la justicia no sólo prevalecen a través de las asambleas ciudadanas, sino que se ven prevalecer a través de la acción colectiva de la gente corriente. Esto crea un nuevo sentido de cohesión comunitaria y orgullo democrático. En lugar de un político arribista hablando ante las cámaras, lo hará un constructor de Birmingham o un cuidador de Sheffield. Los espectadores se darán cuenta de inmediato de que "esta gente es como yo" y, por tanto, prestarán atención a lo que digan. Esto es hermoso. Así es la verdadera democracia: gobernar para el pueblo y por el pueblo.
Ante los grandes retos que tenemos por delante, necesitamos una forma de hacer política que reúna a la gente para ponerse de acuerdo sobre lo que hay que hacer. Esto es lo que hacen las asambleas de ciudadanos. Son la nueva revolución democrática del siglo XXI.

Por eso Valerie merece tu apoyo, para que se sepa...

Que podemos hacerlo nosotros mismos.

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