Resistir o ser cómplice: Carta abierta a la abogacía británica

Resistir o ser cómplice: Carta abierta a la abogacía británica
Tracey Mallaghan

Algunas cosas existen tanto si decides creer que existen como si no. Hay cosas que son verdad tanto si crees que lo son como si no. Y hay deberes que tienes la obligación legal de cumplir, tanto si decides ignorarlos como si no. Cuanto más os neguéis, más profundo cavaréis un agujero para vosotros mismos.

Vivimos en una época de consecuencias. La inacción conlleva consecuencias de violencia más allá de nuestra imaginación.

Esta semana, miembros de su profesión encarcelaron a dos ciudadanas británicas, Tracey Mallaghan y Sally Davidson, por "desacato al tribunal". Al hacerlo, mostraron desprecio por la Constitución británica.

La razón no es complicada. El fundamento de nuestra Constitución es el Contrato Social. El primer deber del gobierno británico es proteger al pueblo británico, y el primer deber del pueblo británico es obedecer las leyes del gobierno británico. Si alguna de las partes incumple este contrato, no está por encima de la ley y será perseguida. Los ciudadanos que infringen las leyes del gobierno son procesados en virtud de dichas leyes ante un tribunal británico. Los gobiernos que se niegan a proteger las vidas y los medios de subsistencia del pueblo británico son culpables de traición. Los ciudadanos tienen el deber de destituir a dicho gobierno e instituir un nuevo régimen que persiga a los traidores.

Aquellos que sean cómplices en la administración y facilitación de la traición también podrán ser procesados.

Los hechos son claros. La comunidad científica lleva treinta años diciendo al Gobierno británico que seguir permitiendo la emisión de gases de efecto invernadero llevará a la destrucción de nuestro Estado y nuestra sociedad. Las consecuencias de la inacción son numerosas, interrelacionadas y existenciales. Comprometerse a permitir la continuación de las emisiones por parte de la clase mercantil constituye, por tanto, una traición al Estado: anteponer un interés privado al interés público hasta el punto de destruir el país. Esta criminalidad extrema ya ha provocado el bloqueo de 1,5C de calentamiento: depresión económica mundial permanente, pandemias regulares, cientos de millones de refugiados, la evacuación de todas las ciudades costeras del mundo durante el próximo siglo debido a la subida del nivel del mar, y el caos climático durante decenas de miles de años. El alcance exacto de estas consecuencias está abierto al debate, el fondo no. Si nuestro gobierno sigue negándose a tomar medidas urgentes en los próximos cinco años, será responsable de que superemos los 2 ºC, lo que provocará bucles de retroalimentación geofísica que causarán miles de millones de muertes por inanición, el fin de la vida civilizada y una importante posibilidad de extinción humana. No hay mayor crimen en la historia de la humanidad que un régimen que permita que esto ocurra.

En este país se libró una guerra civil para establecer el principio de que ningún hombre, ninguna clase de personas y ningún interés privado está por encima de la ley. Carlos I se creía por encima de la ley, que la doctrina del derecho divino de los reyes le permitía dedicarse al pillaje, la violación y la matanza a voluntad. Perdió la guerra civil y fue decapitado como "traidor contra el Estado".

Durante tres siglos y medio, ningún monarca o gobierno británico se ha atrevido a adoptar la postura de que tiene derecho, divino o no, a destruir las vidas y los medios de subsistencia de la población de este país. Hasta ahora. Los hechos son claros. Durante las últimas tres décadas, la clase política británica ha participado voluntariamente, con pleno conocimiento de causa, en la traición al pueblo británico.

Ahora estamos en la hora de la verdad. Dentro de diez años, las catastróficas consecuencias materiales de esa traición se harán cegadoramente obvias y la ley seguirá su curso, como lo ha hecho en el pasado. Los cómplices de estos horrendos crímenes serán procesados.

Esto incluirá a los individuos de las profesiones jurídicas: jueces, fiscales y secretarios que participaron en la persecución y encarcelamiento de aquellos que están cumpliendo con su deber legal y patriótico de resistir al régimen traidor. Para evitar ser procesados, se os exige que os resistáis al régimen negándoos a procesar a aquellos que promulgan sus derechos y deberes legales.

Aquellos de vosotros con una educación clásica entenderéis que la historia es una historia de locura humana sin fin: la trágica incapacidad de aquellos en el poder para ver cualquier cosa excepto lo que quieren ver, y su consecuente caída del poder debido a lo extremo de su inmoralidad y estupidez.

Vuestras acciones están registradas. La Ley seguirá su curso. Se hará justicia.

Y Burning Pink hará su papel.

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