🕯️A Premonición de la muerte masiva del ego

Mamá quítame esta placa
Ya no puedo usarla
Está oscureciendo, demasiado oscuro para ver
Siento que estoy llamando a la puerta del cielo
Mamá entierra mis armas en el suelo
Ya no puedo usarlas
Esa larga nube negra se acerca
Siento que estoy llamando a la puerta del cielo

Veo acercarse el momento de la muerte masiva del ego. Lleva conmigo un tiempo, muy dentro de mí. Como una luz penetrante en la oscuridad - salvaje y extrema y sin embargo "nuestra única esperanza". No puedo expresar con palabras la intensidad de este colapso mental, tal y como lo transmite la voz de Sandy Denny en su interpretación de la canción de Bob Dylan "Knockin' on Heaven's Door". Pero la siento vibrar a través de mí cada vez que la escucho.

Es algo así como la tensión insoportable de toda una visión del mundo, de toda una maquinaria mental, de todo un montón de almenas espirituales... que se derrumban, y ya no puedes hacerlo todo. Déjalo. Estoy acabado. No soy nada, todo ha terminado. Llévatelo lejos de mí. Está demasiado oscuro para ver".

Este es el verdadero significado de la conversión. San Pablo en el camino de Damasco aplastado por la luz de Dios. San Agustín tambaleándose en el suelo del huerto - arrojado como una mota de polvo - "¿No ves quién soy?"

Toda nuestra civilización - la conflagración de 1000 ciudades de hormigón - ardiendo hasta los cimientos y nosotros mirando con una angustia tan devastadora como para extinguir nuestras almas en un parpadeo de las llamas. Miles de millones de personas - sufriendo... ¿Cómo lo llamaremos? Llamémoslo la muerte del ego.

"Ya no me sirven" - todo lo que era se ha quedado en nada - todo en lo que creía - todo lo que poseía - todo mi puto poder mundano. Ha llegado a esto. A nada en absoluto. "Esa larga nube negra está bajando".

La muerte del ego es un hombre revolviéndose, gritando de dolor, lágrimas furiosas y ojos enloquecidos. Peor que el peor dolor: el dolor por la muerte del propio yo. Sólo entonces se ve a Dios.

Éste es el verdadero significado del choque que se avecina, el colapso final. Lo que sabemos que viene pero no podemos afrontarlo, verlo, sentirlo. Como el sol que nos quema los ojos, cada día le damos la espalda y, sin embargo, nunca desaparece.

Cuando tenía treinta años, me ocurrió algo terrible, a mi ego. Durante seis meses me despertaba cada mañana y después de un segundo de conciencia: BANG - una incomprensión total, "¿Por qué sigo vivo?" - tal era el extremo de mi total autodesprecio. Lo que había ocurrido era terrible, pero ocurría algo mucho más profundo. Sentía un asco insoportable por la esencia misma de mí mismo, por mi propio ser. Y desde entonces ya no estoy vinculado a Roger Hallam -no puedo tomármelo en serio-, de alguna manera estoy al otro lado de todo eso. Esta es la fuente de mi fuerza, tal y como es.

Probablemente por eso me invade periódicamente esta visión de colapso espiritual masivo cuando la humanidad se da cuenta de hasta qué punto la ha cagado - la violenta estupidez de su arrogancia: todo el "nosotros y ellos", hasta la muerte, la matanza y el saqueo sin fin - es un completo y absoluto error. El dolor infinito del fracaso infinito.

"Bury my guns down in the ground".

Sólo cuando salgamos del otro lado de todo esto podremos construir la nueva civilización - cuando todo el edificio de pesadilla esté muerto y desaparecido - y finalmente veamos que lo único que queda en pie es el Amor - el argumento de una eternidad de cuentos junto al fuego: "y entonces vio la luz"

Al fin y al cabo, la historia más antigua de todas es cierta: Dios nos vigila, esperando pacientemente con amor a que nos estrellemos y nos quememos. Sólo entonces miramos hacia arriba, no para ver un meteorito, ninguna cosa material - sino para ver la gloria de lo que realmente somos - Espíritus de Amor - en comunión con el único Amor - Dios. Con lo que es. Todo lo que existe. Todo lo que ha existido y todo lo que existirá.

Sólo entonces podremos construir de nuevo y finalmente recibir la gracia de llamar a la puerta del Cielo.

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